26/1/11

EL EJECUTADO


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Aquel que va perdido, es un ser doliente, un ente pacifista, que jamás se detuvo a dar batalla por lo que le parecía valedero.
Ése, al que ahora le besa el cuello una gruesa cuerda que se llevará sus días, es un pendiente deudor que siempre le había pedido soluciones a su Dios y que le culpó siempre por sus fallos y por todo lo que jamás pudo obtener.
Mira, pobre ser ése que ves ahí que pronto será colgado que dejó su vida y su destino creyendo en la suerte, y olvidando que cada día era un nuevo y silente camino para empezar alguna nueva historia.
Quédate hijo y mira atento, a ese ser que pronto se irá, el cual prontamente se dejó caer en los brazos de un azar lujurioso, y le pidió a gritos a los elementos que le construyeran una casa, le formaran un hogar, y le regalaran amores adonde él fuera; mira atentamente y ahora susurrando te digo, que éste que pronto será ciego de todo dolor y caminos, fue un señuelo para la nada y un criadero de dudas.
No hay paz he de decirte, en un ser que sabe que los tiempos pasan a su alrededor mientras se sienta a esperar esas promesas que se hacía cuando era niño; no existe reflexión alguna que se equipare a aquel que reconoce sus heridas y las atiende cuando aún son heridas y no, recuerdos que luego traerán resentimientos y perdición.
Reza ahora hijo por éste que pronto será un ejecutado de historias que es el que lleva esa gruesa cuerda alrededor de su cuello; y no veas quién es, porque lleva tu rostro, mi rostro, y el de aquel que supone que vivirá para siempre caminando bajo senderos soleados.
Entonces te digo, que él tiene todo tu tiempo en sus retinas y envidia de ti lo que jamás obtendrá; y tú, tienes toda su voz y relatarás este día como el momento en que has visto la diferencia entre ser ave o viento.
Mira hijo que cada nudo que tiene esa cuerda es atado por tus manos, por mis manos, y no, por las manos de dioses, demonios, ángeles ni entes que merodean por ahí... no alucines hijo por ahora, ya tendrás tiempo de eso.
Por ahora has silencio, y sólo mira a aquel que va perdido, envidiando de ti, lo que jamás volverá a vivir...

21/1/11

TEMPLO PARA MIS LÁGRIMAS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy


Desde algún lugar obsecuente con mis pormenorizados temores, me voy quedando ajeno a toda vigencia de lo que es leal a mis sentimientos; entonces, violo los dictámenes más certeros que me hicieron un hombre acaudalado de felicidades y me entrometo en los caminos de las vivencias fugaces aletargadas por esos yerros que dejan el paladar dulce y el corazón vacío.
Voy entonces dije, a romper esos encantamientos que supieron ensoñarme en novelas de amores escondidos que luego no eran tales sino, un destino mal dibujado, por esos amores que no sabían amar y esos corazones que se estaban entrenando para saber querer luego de descartar los desintereses de los cariños.
Abrí los ojos creo, y me encontré con otras historias inverosímiles y tan cercanas a mis quejas de caminos no atinados, que de tanto repetirlas se me hacían harto cercanas y hasta palpitantes de desasosiegos y vacías de toda solución.

Y me senté...

Me senté dije, en la acera de estos recuerdos que se fueron quedando ebrios y descontentos de perder a sus mismos recuerdos; estos recuerdos, que se volvieron puertas oxidadas y despintadas, tiovivos destartalados y solitarios; ancianos solos, en el invierno de una plaza vacía.
Y fue dije, que me horroricé de llevar tantas miserias activas en mi memoria, y di cuenta de estas armadas estrategias que se erigían como templos para mis lágrimas en las lloviznas de mis palabras sin sentido, que iban implorando un poco de piedad a esas decisiones que ya no pude deshacer.
Y me senté... a esperar que el tiempo se llevara un poco de este viento que hoy me trae las buenas nuevas ajenas que mis recuerdos no quieren escuchar, y que mis obligadas sonrisas no quieren festejar.
Creo que los últimos que me vieron, me advirtieron empacando mis lágrimas para llevarlas a otras tierras y envolviendo mis alegrías para repintarlas cerca del mar.

Fue creo... que me senté a esperar, lo que jamás llegaría y decidí escaparme de esos vientos, que me traían recuerdos ajenos, que mis recuerdos atónitos de encontrarse siempre en el mismo sitio, no podían soportar.

20/1/11

INVISIBLE COMO ANTES


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

...Es viento, ahora que mis manos venosas y marchitas se entregan al compás de la locura, que escucho las voces de la oscuridad; que me llaman, que me nombran, y me dicen que falta poco para que esas caricias que ya me han abandonado, vuelvan a mí, como vuelve el mar solitario a contarle a las rocas, que vio un ave aventurera cerrar sus alas en pleno vuelo, y con paz, se dejó caer por que todo ya estaba hecho y cumplido.
Miren nubes mi andar errático que marca la única perdición que encuentro dentro de mí, que me detiene y me obliga a quedarme sentado junto a estos fantasmas de ojos negros, que con temor, miran los desperdicios de sus recuerdos y se preguntan dónde se encuentran; miren nubes, que ya escucho esas buenas nuevas que canta el rocío, y me dicen que quizás un día la niebla me envolverá y me posará sobre un relámpago, y juntos recorreremos el mundo, dejando tras de sí, solamente una luz de colores repleta de misterios.
Lugares que he andado, ahora que mi boca vacía de dientes está y mi lengua se ha dormido para nunca más despertar, es que comprendo que yo los moldeaba y les daba vida y no, ustedes, lugares, a mí.
Sitios ajenos a mi presencia por donde he dormido, trabajado; por donde mi sombra aun se pregunta adónde me he ido; lugares, ya no me aprisionen y no retengan mis recuerdos ni mis cosas ni mis ganancias, por que ya ven, que aquí, desnudo, entregado y solo, iré a bañarme de luz, a reír todas las alegrías y a llorar todos las yerros; lugares, váyanse sin mí, que lo que ustedes tienen, no me sirve para pagar las deudas que ahora tengo con esos, que no sé por qué, se aparecen en mis sueños y tocan mi rostro por las noches para que no los olvide.
Amores sexuales y fiestas sin control que aún me hacen reír al recordarlas, sé que todo fue mágico para remendar algunas soledades y algunos espacios en mi vida; me despido ahora sabiendo que no todas las olas mojan el alma aunque pertenezcan al mismo mar.
Espacios, mundo, abismos cavernas y misterios; perdónenme si no los he recorrido por completo, es que siempre fui temeroso de dejar mi espacio... y ahora que lo dejo, río y lloro, al saber que mi espacio era el mundo.
Ángeles centinelas que ahora me espabilan, y me sorprenden con sus historias; no dejen que parta sin antes devolverle al viento todas sus historias y secretos; no dejen que me vaya sin retornarle a mis caminos todos sus pasos y sus sinsabores; centinelas que ahora me espabilan, que me llaman, que me nombran y que me dicen que todo está presto para traspasar algún umbral... no me dejen partir, sin agradecer todos los alientos y perdonar todas las heridas

...Es vida, que ahora me pregunto: ¿Esto es la muerte?

Y me vuelvo niño, y ya me hago invisible como antes, y digo adiós a todos mis equipajes y me voy a pedirle al mar, que me lleve sobre sus olas, por que quiero ser como esa ave, que un día cerró sus alas en pleno vuelo, y se dejó caer en paz; por que todo, estaba hecho y cumplido.

19/1/11

REVIVIR


Autor: © Jesús Alejandro Godoy


Donde vayas, ahí te esperaré. Donde estés ahí yo estaré.

Donde caigas, estaré para socorrerte. Donde sueñes, estaré para alentarte.

Donde huyas, estaré para buscarte. Donde duermas, estaré para despertarte.

Donde calles, seré guardián de tu silencio. Donde camines, estaré para acompañarte.

Donde vueles, remendaré tus alas. Donde empieces, te mostraré como llegar al final.

Donde pierdas, te enseñaré como ganar. Donde te esfuerces, te alentaré para luchar.

Donde ames, te complaceré. Donde hables, escribiré tus palabras.

Donde sangres, te curaré. Donde pidas te daré.

Donde rías, festejaré contigo. Donde mueras, honraré tu memoria.

Donde puedas, ahí me verás surgir. Donde me llames, me verás revivir.


CAMBIAR (Para siempre)


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

En algún silencio, fue que se ha escondido el secreto de mis visiones y pasiones, y hecho eso, se quedó dormido en un rincón de mi hogar para sucederme y perderse en mis días y a fin de cuentas, acertar al que venía después de mí, para que fuera feliz y pudiera disfrutar de mis valores y decisiones.
Fue que en algún silencio, se quedó grabado un santiamén de mis dudas y una eternidad de mis convicciones; y luego, se fue a navegar entre mares de otros mundos, lejos de mí, lejos de aquí, y no fui más que un espectador gris de un nuevo mundo que sabía jamás vería.
Renegado de supuestos y faltante de certezas, me adueñé de algunas explicaciones y escapé de mis lugares para recorrer el planeta y comprender los momentos que se rejuntaban en mi conciencia...
Y encontrando los cielos sólo pude comprender los infiernos, y ganándolo todo, solamente pude comprender la escasez. Fue que amando la vida vislumbré la verdadera muerte, y hundiéndome en orgías de amores, comprendí las melodías de la soledad. Y encontrando leyendas encontré algunas historias y despilfarrando sonrisas fue que albergué la verdadera tristeza en mis labios. Encontrado a Dios fue que supe la verdad de mi naturaleza y forjando un camino, encontré la explicación de todo lo creado y lo que se avecinaba en materia y aún dormía en los pensamientos de los que ven antes de parir la verdad.
Y supe...
Que las distancias son sólo pasos y lo imposible sólo una palabra antes de obtener; fue que diluviando entre lágrimas comprendí la grandeza de la felicidad, y conjeturando caminos que se atrevían a desafiarme, encontré la verdadera aceptación de lo que era la libertad.
Es que creo que una tarde y en algún silencio, fue que se había escondido el secreto de mis visiones y pasiones, y hecho eso, se quedó dormido en un rincón de mi hogar; entonces, lo desperté lentamente y me dije que ya no deseaba ver pasar la vida... entonces abrí la puerta, y me fui a recorrer el mundo con él a mis espaldas y una esperanza que se abalanzaba como un torrente de nuevas cosas, que sólo eran para mí; y fue que comprendí entonces la verdadera noción de lo que era una decisión, di un paso, y cambié mis días y mi vida... para siempre.

14/1/11

TENEMOS QUE HABLAR


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Tenemos mucho de qué hablar...
Busqué la muerte un día, pero ella me encontró primero; y postrado a sus pies, me miró con enojo, y casi a los gritos me preguntó: -¿Qué quieres de mí, hombre?
Yo le respondí-: Morir.
Ella sonrió de lado; miró al cielo y suspiró como si mi pregunta no cupiera en su paciencia. Me clavó sus ojos negros y me interrogó: -¿Quieres morir de la mejor manera?
-Si –dije.
-Entonces dedícate a vivir de la mejor manera –me respondió-.
Caminó ofuscada hacia la puerta de salida del hospital; dio media vuelta, y susurró: -y deja de molestarme-; dicho esto, se perdió entre la gente.
Busqué la vida un día, pero ella se cruzó en mi camino.
-Si... ¿qué deseas? –me preguntó.
-Vivir –le dije.
Sonrió.
-Entonces vive, como si yo fuera la misma muerte –me dijo.
Volvió a sonreír, se alejó rápidamente y se perdió entre una espesa niebla.
Busqué la belleza un día; pero ella, me sorprendió una mañana al despertarme.
-¿Qué buscas? –me preguntó.
-Belleza –le respondí.
Bajó la cabeza y sonrió dulcemente.
-No me busques en la carne, ni en todo lo que es del tiempo –me dijo-, y rápidamente, se esfumó por mi ventana.
Busqué la fealdad un día, pero ella sea adelantó a mis pasos.
-¿Qué buscas en mí, hombre? –me preguntó.
-Fealdad –le dije.
-No me busques en lo que percibes con tus ojos, ni en lo que puedas tocar con tus dedos... no vivo ahí –me respondió.
Y dicho esto, se esfumó sin dejar rastros.
Busqué la riqueza un día, y sin saberlo, una noche ella se sentó a mi lado.
-¿Qué quieres? –me preguntó.
-Riquezas –le dije.
Con gesto pensativo me dijo-: Búscame en lo poco y en lo mucho, en lo frugal y en la medida justa; en el mar, y en el charco luego de la lluvia-.
Dicho esto, salió de mi casa en silencio.
Busqué la pobreza un día; pero ella, supo antes que yo la buscaba.
-¿Qué buscas en mí, hombre? –me preguntó.
-Pobreza –le dije.
-Vivo en lo más lujoso y en lo más andrajoso, mi guarida está en las perlas, y mi aliento en las desesperanzas... pero no vivo en lo que tus ojos ven.
Bajó la vista, cerró los ojos, y desapareció.
Me sentía confundido, y busqué a Dios, pero él se cruzó en mi camino esa misma tarde.
-¿Qué buscas? –me preguntó.
-A Dios –le dije.
-No me busques en lo que pierdes, ni en lo que ganas... no vivo ahí. No me busques en pedestales, ni en artilugios terrenales... ¡Mírate a ti mismo... búscame ahí!
Y dicho esto, se alejó rápidamente.
Busqué al diablo, pero él se cruzó en mi camino, y me tomó fuertemente del cuello.
-¿Por qué me persigues? –me preguntó, acercando su nariz a la mía-.
-Busco al demonio –le dije jadeando-.
Él me miró de reojo, y me volvió a dejar en tierra firme.
-¿Me estás tomando el pelo? –me preguntó.
-No –le dije, tomando un poco de aire-.
Me volvió a mirar, con cierta extrañeza.
-No me busques en la riqueza ni en la pobreza; ni en lo poco ni en lo mucho... ni en el cielo, ni en el infierno... no vivo ahí-.
Me miró nuevamente.
-¿Me estás tomando el pelo? –preguntó nuevamente-.
-No –le respondí.
-¡Mírate a ti mismo, búscame ahí! –gritó.
Giró, se rascó la mollera, y me escudriñó una vez más.
-¡Seres humanos! –susurró-, y se alejó rápidamente.
Llamé a gritos a la sabiduría, pero ella ya estaba a mi lado.
-¿Qué quieres? –me preguntó.
-Sabiduría –le dije.
Me miró con preocupación, y se disfrazó de ignorancia.
Me tendió la mano, y me preguntó si podía caminar a mi lado un rato.
No me negué.
Me miró condescendientemente, y me preguntó cuantos pasos faltaban para llegar a mí casa.
-Unos cuantos –le respondí-.
-Muy bien... demos uno a la vez, tenemos mucho de qué hablar... – dijo

BOLSILLOS VACÍOS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy


La perdición duerme pacientemente bajo mi piel, mientras que la esperanza se baja de mis hombros de vez en cuando a mirar el paisaje.
No sé adonde voy; sin embargo, sé que un día todo terminará… ¿no es así?

Dicen que la pureza y la bondad vencen todo lo que obstruye nuestro camino, pero aprendí que para reconocer la pureza primero hay que probar el veneno de lo impuro, lo falso, y lo doblemente abominable; y para que tal vez una madrugada la bondad se adueñe de nosotros; aprendí, que primero hay que bailar con la maldad y respirar su hedor putrefacto.

Y los viejos murmuran: “¿No es el alma víctima de sí misma, cuando se ve menguada ante esos sentimientos que la someten y la tientan…? ¿O simplemente son pequeñas decisiones encadenadas las que construyen la imagen de lo divino?”

Camino en silencio por la vida, con las manos dentro de mis bolsillos vacíos, y nada tengo y nada hago. Solamente dueño del cielo soy.

Y respiro y duermo sin más cosas que hacer, que contar las estrellas, y descubrir formas extrañas en las nubes.

Llego al final de un bosque, desde donde se ve el mar. Me siento a horcajadas. Quedo absorto y boquiabierto mirando el horizonte, y algunas gaviotas, que vuelan cerca de los mástiles de esos barcos camaroneros.

Con mi cabeza gacha vuelvo a recordar que nada poseo y una gran alegría me invade.

¿Quién limita mis sueños? ¿Quién limita mis esperanzas?

Palpo la tierra, la huelo. Pienso que no hay mejor aroma que la tierra con el césped fresco luego de la lluvia.

Me incorporo y el viento me despeina suavemente.

Camino mirando el mar. Me adentro en el bosque y llego a un claro; lo camino mil veces alrededor. Cuando elevo los ojos, veo que a lo lejos se aprecia el faro.

Y los viejos confirman: “¿No son los miedos a todo lo nuevo, los puentes hacia la conquista de todo aquello que se llama éxito? ¿Por qué no recorrimos esos puentes, por qué no caminamos sobre todo lo que temíamos…? ¡Ahora lo sabemos y ya es tarde para lamentarse, porque habíamos tenido la fortaleza para hacer todo lo que deseábamos; y sin embargo, nos quedamos en nuestros pequeños laureles que ya se marchitaron!”

Trato de imaginar todo lo que puedo llegar a hacer con mis manos, mis pies, mis palabras, mis datos, mis ciencias, y mi alma. Pero no me pierdo en sueños y empiezo a trabajar día y noche bajo el cielo, bajo las estrellas, bajo el sol; bajo mis ignorantes condicionamientos, que a veces, me tientan a abandonarlo todo…

Cuando el otoño asoma, mi casa ya se levanta ante mis ojos. No lo puedo creer.

Y mil veces me pregunto: “¿Yo he hecho esto? ¿Yo he hecho esto?”

Miro mis manos, aplaudo mi tiempo, y doy gracias a Dios, por otorgarme las fuerzas para concluir éste sueño.

Entro a mi casa y la miro. Sonrío y luego la pinto y le compro muebles.

Un día me alejo, y me voy caminando en silencio con las manos dentro de mis bolsillos vacíos. Miro hacia atrás y miro mi casa nueva; sé que nada tengo, porque mi casa no soy yo, sino una efímera señal de que he estado en éste sitio.

El cielo me arropa y cuento las nubes que pasan. Camino hasta la costa y veo las olas que viajan sobre la marea.

Y los viejos gritan: “¡¿A quienes responsabilizaremos por nuestras malas decisiones, a quienes odiaremos por nuestras aspiraciones truncas?! ¡Si solamente nosotros nos sometimos, a los sentimientos que más se acomodaron a nuestros corazones! ¡Ayy Dios mío, ayy Dios santo! ¡Si fuimos reyes y nunca vimos las coronas en nuestras cabezas!”

Vuelvo al bosque, me encamino a mi casa. Me pregunto qué es la vida y donde se encuentra. Y entonces decido conquistarme, y vencer a mi sombra hasta en sueños. Me instruyo, me dedico, estudio, investigo, me reto, me amo, me doy tiempo, me corrijo, aprendo y la humildad me lleva de su mano, me conozco y conozco a Dios. Nadie me apresa, nada obstruye mis caminos, y nadie toma las decisiones por mí. A nadie culpo, a nadie señalo, porque soy yo el que camina en silencio bajo el cielo, con mis manos dentro de mis bolsillos vacíos.

Dejo mi casa y me voy a otro lugar.

Vuelo cada vez más lejos y a nadie hago mal, porque no necesito hacer mal para reconocerme.

Llego lejos hacia donde quiera dirigirme. Soy libre, soy yo, soy eterno, soy luz, y sé que cuando todo termine, a nadie reprocharé, a nadie señalaré, porque siempre caminaré mis caminos en silencio.

Y los viejos vociferan: “¡Naceremos una vez más, naceremos una vez más! Por que supimos que no hay ignorancia tan enorme, como el creerse tan magnánimo y genial, como para mirar desde lo alto… ¡Nosotros construimos castillos, nosotros movimos montañas, nosotros amasamos fortunas, nosotros nos bañamos en oro! Pero… pero nada tuvimos, nada logramos; por que siempre hemos caminado bajo el cielo, dejando memorias vacías y casas repletas de extraños; y nos fuimos en silencio con nuestras manos, dentro de nuestros bolsillos vacíos…”

Pensando en esto, llego a la base de una montaña. Me detengo, miro mis manos y miro el cielo, sé que la lluvia pronto llegará.

Sonrío porque desde ahí se ve un pequeño pueblo, y pienso… “es un buen lugar para construir una casa”

9/1/11

MIGAJAS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Perdurable emoción que se arraiga en mis huesos, es la que me ve con el alma partida, buscándome en los recovecos de mi conciencia, para apartar esa inconsciencia a la que me veo sometido.

Reacción violenta que se solventa en palabras y que huele a destierro, es la que me atiende con el alma en pedazos, cuyos trozos voy juntando, mientras la vida me explica el dolor del amor y el descanso de la muerte antes de morir.

Bajeza y letargo de acciones que se remilgan bajos mis párpados, son lo que me ven volver al punto de partida, cuando tomo malas decisiones y me atrevo nuevamente a culpabilizar al idiota de turno que me mira de soslayo y se escapa invisiblemente antes que le amerite el hecho de consumir mi tiempo en ese escaparate de momentos perdidos y olas del ayer que se llevan todo, y sólo dejan aquellas migajas que ves allí.

Perdurable emoción que vela por mis palabras a destiempo y por mis estupideces venideras, no me dejes aún... que siento a veces, que acertando me estanco en estas risas de papel y algarabías de espumas; y errando, aprendo más donde voy cada vez que me yergo y enjugo la sangre de mis rodillas, mientras sonrío, porque me siento vivo al saber donde van mis pasos y donde se dirigen mis días.

Perdurable emoción que velas por mis estupideces venideras, no me dejes aún, que el cielo se sienta a esperar que mis huesos bailen y mi boca se despierte, que acertando, sólo hago silencio, y errando, hago caer el velo de mi estoica eficacia y se revelan millones de caminos.

Perdurable emoción...

6/1/11

EL LARGO SUEÑO DE ALGUNOS CAMINOS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Fue necesario obtener, para darme cuenta que no era tan magnífico; fue necesario padecer, para saber que realmente no valía la pena.
Fue realmente vital el perderme, para saber que lo que estaba persiguiendo no era valioso; fue necesario el sufrir por amor, para saber, que el amor se sustenta por sí solo y no se encierra debajo de ninguna piel.
Fue necesario el desastre, para darme cuenta que mis cosas no eran realmente lo importante; fue necesaria la muerte, para dejar de temerle a la vida.
Fue de importancia la traición, para valorar a los que recorrieron mis sombras sin dejarme; fue una revelación la riqueza, para dejar en mí, la verdad sobre ser realmente rico.
Fueron irreemplazables mis demonios para explicar a mi Dios, fueron justificables mis miserias, para disfrutar mi evolución. Fue necesaria mi inacción, para maravillarme con mis obras; fue, necesario el océano, para asombrarme con el rocío de las madrugadas.
Fueron necesarios mis engaños, para darme cuenta que aún faltaba una verdad; fue necesario el silencio, para saber que todo realmente nace cuando la palabra se ha sabido explicar por sí misma, y los hechos despiertan luego de un largo sueño.

4/1/11

RECAPITULADOR DEL DESPUÉS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Soy magia de algún lugar, una extraña y repentina ausencia de toda duda a lo desahuciado que trae buenas nuevas y cierta oportunidad; soy magia de algún lugar, una sensación que no acata tiempo ni razón.
Eres una isla dentro del atolón de las inconstancias, una marejada de genialidades, una distracción de lo imposible y el viento que se mueve entre los dedos de los niños que saben, que todo es tan simple como un amanecer callando sus secretos, y cantando lo que le adeuda a ciertos ángeles que se cuentan el vuelo del sol buscando esperanzas entre las nubes.
Soy dubitativamente altanero de un mañana; un recapitulador del después que va dejando libre su futuro para que vaya a recorrer lo que nunca será de la mano del ayer; y, quizá, alguna memoria que se acuerde de esos caminos que aún velan por mí, y que nunca los he recorrido.
Eres cierto desparpajo entre la locura sin trazos y una fina línea de formas audaces, idea destartalada que se ha quedado muda al apreciarse como la invención más absoluta soñada entre lodo y miseria, que se transforma en magnífica liberación y luego, se vuelve a dormir, para soñar nuevas mentes que las vengan a buscar, que las vengan a rescatar...
Soy, una montaña solitaria que se alza en medio de lagos de intentos y planes de sueños, que yacen quebrados y hastiados de tanta huella y tan poco andar; eres, el tentempié de los que saborean las almas, y una lujosa ensoñación que pronto se quedará dormida para renacer una tarde y volver a contar las historias, que alguna vez yo he contado.
Eres, magia de algún lugar...

3/1/11

INSTANTE Y EL VIENTO


Autor: © Jesús Alejandro Godoy


—¿...Tengo tiempo? —preguntó
—No mucho, mi señor Takhego —respondió el hombre que lo había venido a buscar—, pero le daré un instante más—.
—Gracias...
—¡Mí señor!—vociferó el hombre, hizo una reverencia y se alejó cansinamente a una distancia prudencial—.
“La tortura de un ser paciente no es el tiempo, sino la delicia de la espera que convoca las felicidades venideras, porque el ser paciente sabe de la espera y en ella, el tiempo no existe, pues ve todo antes de que ocurra” pensó el samurai mientras miraba su reflejo en las aguas de río Hiratore.
Posó una de sus rodillas a la vera de la costa repleta de pequeñas rocas mezclada con la hojarasca que venía del bosque cercano. Uno de sus dedos hizo un leve círculo en el agua espantando al momento los pececillos que estaban cerca.
Su piel se crispó y sonrió; luego, susurró:
—El fantasma del tiempo no es otro, que el recuerdo de lo que se pudo hacer y no se hizo —suspiró y continuó—: y si el alma repleta de ánimas se encuentra, es probable que empiece a soñar con morir antes de tiempo; y así, el ser que lleva dentro un alma que sueña con morir, se vuelve una fantasía en sí mismo y transforma en una fantasía su vida y su manera de actuar y enfrentar los días venideros—.
—Sin embargo, el ser que vive su tiempo segundo a segundo, sin esperar volver a ver la luna ni esperando que el sol se refleje nuevamente en sus pupilas, es el ser que, como buen guerrero astuto y sabio preparado para la otra vida está, y al momento de caminar hacia el monte Fuji es el más valiente y Dios le sonríe, porque no existe en su alma, fantasma alguno, ni en sus días momentos en blanco que le sean reclamados en el más allá... ése ser, es el que ha vivido todo, y ha sabido como morir; porque la muerte se lo ha de llevar y mientras lo hace, le dirá al oído:
“Hermano, es un honor abrazarte y cobijarte porque me he de llevar tu cuerpo ahora; y éste se pudrirá ante ojos terrenales y se consumirá tu presencia ante los que en esperanzas truncas esperan que vuelvas de pie. Pero yo, no soy dueña de tu parte más exquisita y sabia, donde realmente se esconde el secreto de la vida y en recuerdos, vive el placer de la muerte; porque en tu alma no existen días que no hayas vivido ni momentos que no hayas disfrutado, y eso hermano... no me pertenece. Hermano, es un honor abrazarte y cobijarte, porque ahora me relatarás cómo es vivir, y cómo es morir con el alma dispuesta a partir”
—Ahora, ya es momento de partir —dijo suavemente el samurai.
El ejército enemigo que lo había capturado esperaba detrás, en silencio. Un ave cantó a lo lejos y en un instante, la katana del soldado cortó el viento. La sangre de Takhego besó las aguas del Hiratore y todos hicieron una reverencia, pues admiraban la valentía del samurai que había enfrentado a todo un ejército solamente con su espada y su destreza.
—Mi señor, su alma sabia jamás tuvo ni tendrá días en blanco —dijo el soldado que lo había ejecutado—
Limpió la sangre de su espada en un movimiento y se alejó sin darle la espalda, pues todos sabían que había sido un samurai que había vivido sin esperar volver a ver la luna ni esperando que el sol se refleje nuevamente en sus pupilas; porque ya, estaría caminando hacia la muerte, y ésta le diría: “Hermano...”

2/1/11

MAGIAS Y MISTERIOS


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

El verdaderamente poderoso, se inclina ante el necesitado y se humilla ante el humilde, porque sabe, que su poderío no reside en su actitud, sino en el dictamen de su corazón y en el equilibrio de su alma.

El verdaderamente diestro, enseña su arte al necio sin miramientos y se alegra del logro de su discípulo sin temores ni recelos, porque sabe que su don no reside en sus manos, sino en el espíritu de la sabiduría infinita.

El verdaderamente inteligente, no esconde su saber ante el ignorante, sino que lo impregna de él y celebra sus descubrimientos y adelantos, porque sabe, que su inteligencia real habita en las enseñanzas, que como semillas, deja en las mentes de sus enseñados, y gracias a ellos logrará la inmortalidad que ilumina la verdadera esencia del ser.

El verdaderamente rico, agradece su potestad a lo mundano, empujando al éxito a mentes somnolientas y a espíritus cansados, porque sabe, que su verdadera riqueza no existe en lo que lo rodea ni en lo que obtiene a cambio de su labor, sino, en lo único y verdadero que lo hace alegrarse en sus horas de soledad y hastío, y en las magias que habla su espíritu cuando halla en lo invisible, aquello, que lo material no puede controlar.

El verdaderamente sabio, obra alejado de todo gentío que vocifera sus virtudes y hace alarde de sus dones; y en silencio, le solicita a la vida que sus huellas sean halladas por aquellos que construyen sus horas y sus días en el espíritu del Maestro, donde un día todas las virtudes y los dones retornarán en comunión exquisita al misterio de todo aquello que creemos que nos pertenece; y que jamás nuestro será…