26/12/10

UN AÑO


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Un año... una vida.
Un día en el que todo cambia, y sonreímos.
Un día en el que todo pudo ser confuso, donde nuestros pensamientos se agrietaron y nuestros sueños murieron lentamente con nuestras esperanzas... o tal vez no.
Un año, tal vez para olvidar, quizá para recordar por el resto de nuestra vida.
Un día en cualquier mes, donde nos enamoramos, conocimos al fin a nuestro amor verdadero, despedimos para siempre a esa persona que tanto nos dañó, o simplemente vivimos igual que otro tiempo atrás.
Pero... todo cambia.
Y tal vez, fue el momento para encontrar o dejar de lado, para amar u olvidar completamente, para erguirse triunfante o morder el polvo de la angustia y la desesperación, para creer una vez más en nosotros mismos y volver a intentarlo.
Un día, un momento... en el que pudimos saber hacia dónde íbamos, o tal vez no, donde pudimos tocar todas las puertas de la oportunidad o la inacción, donde estuvimos en completa soledad y nadie se apiadó de nuestros gritos, donde estuvimos al final, rodeados de todo eso que soñamos durante nuestras esperanzas más audaces.
Un día, un lugar, un momento... donde aprendimos a crecer, a perdonar, a pedir, a dejar, a reintentar, a invocar, a sufrir, a querer y a amar, y tal vez; fue cuando nos dimos cuenta que somos valiosos y únicos.
Un día, un momento, un año, donde todo cambia, donde todo se transforma, donde la vida va y viene, donde las palabras se olvidan y los hechos marcan la diferencia.
Un año más... donde esperamos dar lo mejor y recibir otro tanto, donde reímos, lloramos, perdimos, ganamos, morimos, renacimos, olvidamos, quisimos, amamos, rezamos, y finalmente nos encontramos.
Un día, en el que tuvimos la oportunidad de mirar por última vez a nuestra madre, a nuestro padre, a nuestros hermanos, a nuestros amigos o... a esa persona que dejó su marca indeleble en nuestro corazón.
Y volver... volver a intentarlo una vez más, otro día, en otro lugar, en otro momento... una nueva oportunidad, esa que nunca termina a pesar de que pasen los años, ese fuego eterno que siempre nos quema por dentro y nos dice que todavía queda un camino más por recorrer, esa palabra que nos alienta y nos dice que aún no es tiempo de bajar los brazos.
Y nos quedamos quietos, pensando, haciendo un balance; y asentimos o negamos, cavilamos o confirmamos, destrozamos o construimos, recordamos o quizá, olvidamos para siempre.
Y todo en un año, que no es más que un eslabón de una gruesa cadena de historias.
Un día, un lugar, un momento, una vida...
Un año.

Audio:

23/12/10

EFÍMERO


Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Lo que ahora tienes en las manos, lo que piensas, lo que has perdido, lo que no, lo que deseas, lo que jamás tendrás.
Mi cuerpo completo, el de él incompleto, el tuyo quizá herido, los ojos dispares, la perfección carnal, la imperfección bella, las comparaciones odiosas, el toque mágico de lo que ves con mirada mundana que esconde la verdadera esencia del ser.
Mis palabras tristes, las palabras alegres, los libros buenos, los malos, los que se estudian y los que se queman.
La persona que se va, la que espera, la que ya se fue, aquel que renace, el doliente que jamás obtiene y el que perdió la vida soñando.
Los que pueden lograr, los que envidian, los que bendicen, los que jamás llegarán.
Los que hoy comen y mañana morirán de hambre, los que no tienen nada y mañana seguirán igual.
Los pobres de alma y ricos en billetes, los ricos en oro, los ricos en dones.
El lugar donde Dios ríe, y donde el hombre llora; la esquina de la vida donde se pierde la inocencia, el mar donde se ahogan los deseos.
El amor que llega, el que se fue, el que murió y el que jamás querrá ser herido.
Los que ven a Dios, los que se creen ángeles, los que oran y piden, los que no rezan y obtienen igual, un camino hacia el Buen Dios que desconozco, los buenos y malos, los que hieren y los que sanan.
El viento, el mar, el frío y una noche solitaria para después ver el sol nuevamente.
La angustia de no tener, o la maldición de tener todo. La soledad tan temida y la ansiedad por estar solo.
Los que mienten por bondad o maldad, y los que se mienten a sí mismos.
La fábrica de ilusiones, las esperanzas heridas, el sueño que eleva el alma y embriaga de día y de noche.
El cuerpo que tienes entre manos, el cuerpo que jamás tocarás, el beso que doy, y el que jamás me darán.
Tu padre sentado a la mesa, y tú negando sus palabras; y yo, rezando a Dios, por hablar un segundo con el mío. Mi madre a mí lado contando los días que pasan; y tú, llorando a la tuya por que la extrañas.
Lo que recuerdas y lo que no vale la pena recordar, lo que te hace reír cuando tu mente vaga en el pasado, y lo que te hace disgustar.
La mascota que prefieres, el animal que odias, el terror al animal más común, y la admiración por el más abominable.
El consejo que me dieron, el consejo que no llegó a tiempo, las palabras expresadas en el momento exacto, y las que aún retumban en tus oídos.
Mirando como pasan los años, quizá tú acariciando a tu hijo y a tu esposa, yo queriendo navegar en los mares y perderme por ahí; aquel, soñando con lo tuyo, y el que tiene lo mismo que tú, deseando lo mío.
El amor, el engaño, el dolor, y la alegría.
Un día querer morir, o querer renacer... y después de eso nuevamente la vida; y al momento de cerrar los ojos, es cuando te das cuenta, que todo es efímero.

Audio:

20/12/10

A PRUEBA

(Texto Original/1998)

Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Escucha, nunca sabes, si dirán las palabras justas que estabas esperando.
Abre, nunca sabes, si era la persona que siempre soñaste.
Despierta, nunca sabes, si ese día cambiará el resto de tu vida.
Habla, nunca sabes, si tus palabras despertarán sentimientos en personas insospechadas.
Cambia, nunca sabes, si el nuevo camino te traerá nuevas alegrías.
Analiza, nunca sabes, si la situación que te acongoja, está disfrazada de oportunidad.
Arriesga, nunca sabes, si tus movimientos audaces, serán el comienzo de una cadena de éxitos notables.
Camina, nunca sabes, si tus huellas, serán el camino que sigan aquellos que confían en Ti.
Perdona, nunca sabes, si las ofensas son en realidad pruebas que te ayudan a crecer.
Estimula, nunca sabes, si tus acciones generarán acontecimientos a tu favor.
Agradece, nunca sabes, si lo bueno o lo malo que te sucede, es ni más ni menos que la señal de que el Buen Dios, te está poniendo a prueba.